Teoría de la disciplina asertiva
La comprensión de los mecanismos cognitivos relacionados con las conductas disciplinarias y el rendimiento académico de los alumnos se ha convertido en el aspecto que más preocupa a los profesores de Educación Física (EF) de secundaria (Gutiérrez y López, 2012b). Así, la disciplina en el ámbito escolar se ha convertido en una de las principales preocupaciones de la comunidad educativa ya que es un indicador clave de que el proceso de enseñanza-aprendizaje se lleva a cabo con éxito. La estructura educativa busca promover conductas prosociales con el fin de generar las condiciones más favorables para que el proceso de enseñanza-aprendizaje permita al estudiante alcanzar un desempeño adecuado (Barkoukis et al., 2014; Sánchez-Oliva et al., 2014).
La relación entre las competencias del profesor y el rendimiento académico del alumno ha sido ampliamente estudiada (Taylor et al., 2014). Las metodologías participativas que centran el proceso de enseñanza-aprendizaje en el alumno, las correcciones positivas y dar autonomía a los estudiantes se asocian con consecuencias positivas (Gil-Arias et al., 2020), como conductas disciplinadas (Gutiérrez et al., 2010) y rendimiento académico en EF (Cid et al., 2019). Sin embargo, la realidad tan compleja de las clases de EF en educación secundaria obliga en ocasiones al profesor a dejar de centrarse en el rendimiento académico de los alumnos para priorizar enfoques instruccionales más controlados con el fin de evitar conductas disruptivas (Granero-Gallegos et al., 2020a).
Capítulo 2 teorías de la disciplina escolar
La Teoría Conductista fomenta los premios y castigos para lograr los comportamientos deseados. Un profesor que utilice este enfoque tendrá reglas muy claras, así como castigos y recompensas claros para los alumnos.
Según esta teoría, cualquier persona (e incluso la mayoría de los animales) puede ser entrenada para comportarse bien. Lo único que tiene que hacer el profesor es enseñar a los alumnos a asociar algunos comportamientos con consecuencias negativas y otros con consecuencias positivas. Con el tiempo, los alumnos aprenderán a hacer más los comportamientos positivos y menos los negativos. Así de sencillo.
La teoría fue fundada en primer lugar por Ivan Pavlov, que adiestró a un perro para que asociara una campana con comida. De Pavlov aprendimos que la mente puede asociar una cosa con otra cuando se juntan con suficiente frecuencia.
Los críticos del conductismo afirman que no enseña a los alumnos valores morales ni a hacer las cosas porque están bien o mal. Los alumnos aprenden que lo único que importa es obtener una recompensa por su comportamiento. Por lo tanto, no ayuda a desarrollar el pensamiento moral y crítico en nuestros alumnos.
Teorías y modelos disciplinarios
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Existe en nuestras escuelas un problema crónico: la falta de disciplina. A menudo los alumnos no se sienten bien dentro de las aulas. Que no tienen el comportamiento adecuado en ellas. Que están revueltos o intranquilos, que no dejan el ambiente tranquilo necesario para el aprendizaje de los compañeros. Hay una causa que puede justificar el mal ambiente dentro del aula. No son, ni pueden ser, un oasis en medio del entorno más amplio que las rodea: el patio del colegio, las familias, el pueblo, el país, el mundo. Para saber más
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Teoría de la autodisciplina
“apoya la idea de que cuando a alguien se le ocurre una idea, debe trabajar para hacerla realidad. Durante este proceso surgen problemas, y al trabajar en ellos se desarrolla la disciplina. Dewey cree que hay que hacer algo que produzca resultados y que tenga sentido para uno mismo, como muestra su afirmación: “Pero de la ocupación, de hacer cosas que han de producir resultados, y de hacerlas de un modo social y cooperativo, nace una disciplina de su propia clase y tipo (p. 17)”. Al no rendirse, los alumnos se convierten en sus propios maestros de disciplina.
Cuando los alumnos trabajan en un proyecto como el diseño de un pupitre más acogedor para los estudiantes, el profesor podría guiarles, ya que el “profesor es el guía esencial (p. 21)”, pero en última instancia, los alumnos deben desarrollar la idea y llevarla a cabo hasta el final por sí mismos. Cuando los alumnos trabajan por sí mismos y no se limitan a replicar algo de las instrucciones, tienen un nuevo tipo de disciplina, como dice Dewey: “En los momentos críticos todos nos damos cuenta de que la única disciplina que nos sostiene, el único entrenamiento que se convierte en intuición, es el que se obtiene a través de la vida misma (p. 17)”. Los alumnos deberían trabajar juntos en esto, cada uno utilizando sus propios talentos para ayudar al grupo, como apoya Dewey (p.16), “Pero si el fin que se persigue es el desarrollo de un espíritu de cooperación social y de vida en comunidad, la disciplina debe surgir de tal fin y ser relativa a él.” Las pruebas y tribulaciones formarían parte de la disciplina.