Falacia de la apelación a la culpabilidad
1. La culpa es un sentimiento incómodo resultante de la comisión o contemplación de un acto específico contrario a las normas de conducta interiorizadas; requiere una acción reparadora por el daño causado a otro para aliviar el sentimiento incómodo (angustia). 2. Los términos culpa y vergüenza suelen utilizarse indistintamente, pero la teoría psicológica y los estudios fenomenológicos indican claramente que se trata de experiencias afectivas claramente diferentes. La vergüenza surge de la evaluación negativa del yo sobre sí mismo (una evaluación que puede o no haber sido instigada por la exposición pública real); la culpa surge de la evaluación negativa del yo sobre conductas o transgresiones específicas. 3. La enfermera psiquiátrica está en una posición excelente para intervenir eficazmente con clientes que luchan contra los efectos emocionales de la culpa, y la enfermera psiquiátrica puede ser decisiva para romper el ciclo vital de sentimientos de culpa disfuncionales.
Definición del recurso de culpabilidad
Sentirse culpable es una experiencia universal. Todo el mundo se ha sentido culpable por cosas que van desde una relación rota hasta tonterías como equivocarse de camino. La culpa nos afecta cuando la experimentamos. Sé que la culpa ha desempeñado un papel en mi vida al recordarme errores del pasado que pueden hacerme temer el futuro. Tengo esa sensación de hundimiento en el estómago que muchos de nosotros conocemos demasiado bien. Si te has sentido así, no estás solo. Las investigaciones demuestran que las personas pueden sentirse físicamente más pesadas cuando experimentan culpa (Day & Bobocel, 2013).
La culpa es una emoción que nos hace pensar más en nosotros mismos al hacernos reflexionar sobre cómo hemos actuado en el pasado. Los psicólogos la denominan una emoción autoconsciente debido a que se centra en nosotros mismos. Sentimos culpa “en respuesta a una amplia gama de sentimientos, transgresiones y errores sociales” (Kazdin, 2000, pág. 40). En otras palabras, la culpa no se limita a una acción o acontecimiento determinado. Lo que hace que una persona se sienta culpable puede no hacer que otra se sienta mal en absoluto. Sin embargo, cuando nos sentimos culpables, nos sentimos impulsados a actuar. El sentimiento de culpa se caracteriza por la voluntad o disposición a intentarlo de nuevo para arreglar el mal que se ha hecho.
Ejemplos de apelación de culpabilidad
En este artículo argumentamos a favor de la existencia de dos sentimientos de culpa diferentes: la culpa altruista (GA) y la culpa deontológica (DG). La AG surge por haber dañado, mediante la propia acción u omisión, a una víctima inocente, mientras que la DG surge por la transgresión de una norma interiorizada. En la mayoría de las experiencias cotidianas de sentimientos de culpa están presentes ambos tipos, pero argumentamos que no son trazables entre sí y que cada uno puede estar presente sin el otro. Demostramos que los dos sentimientos de culpa pueden distinguirse con referencia a aspectos conductuales, cognitivos y neurofisiológicos. Además, demostramos que están relacionados de forma diferente con otros procesos y emociones. AG está relacionado con el dolor, la empatía y ToM. DG está fuertemente relacionado con el asco. Ilustramos brevemente algunas implicaciones para la psicología moral y la psicología clínica.
Prinz y Nichols (2010) defendieron un enfoque integrado que describe el estado psicológico relacionado con la culpa de la siguiente manera: “Alguien que me preocupa ha sido dañado y tengo responsabilidad por ello en virtud de lo que he hecho o dejado de hacer”. Este esquema incluye dos componentes: la transgresión percibida de una norma moral interiorizada que define la responsabilidad, y la idea de no haber preservado el bienestar del otro. De acuerdo con la tesis monista de Prinz y Nichols (2010), todo tipo de culpa resultaría así de estos dos ingredientes, a menudo mezclados: haber transgredido una norma moral interiorizada y haber infligido un daño a una víctima.
Ejemplos de publicidad de culpabilización
El agotamiento del ego es la controvertida idea de que el autocontrol o la fuerza de voluntad se basan en una reserva limitada de recursos mentales que pueden agotarse (la palabra “ego” se utiliza en el sentido psicoanalítico y no en el sentido coloquial)[1] Cuando la energía para la actividad mental es escasa, el autocontrol suele verse afectado, lo que se consideraría un estado de agotamiento del ego. En particular, experimentar un estado de agotamiento del ego perjudica la capacidad de controlarse a uno mismo más adelante. Una tarea de agotamiento que requiera autocontrol puede tener un efecto obstaculizador en una tarea de autocontrol posterior, incluso si las tareas no están aparentemente relacionadas. El autocontrol desempeña un valioso papel en el funcionamiento del yo tanto a nivel individual como interpersonal. El agotamiento del ego es, por tanto, un tema crítico en psicología experimental, específicamente en psicología social, porque es un mecanismo que contribuye a la comprensión de los procesos de autocontrol humano. Se han realizado estudios que apoyan[2] y cuestionan[3] la validez del agotamiento del ego como teoría[4].