Filosofía computacional
El asociacionismo, impulsado principalmente por una sucesión de filósofos británicos de los siglos XVIII y XIX, anticipó de diversas maneras los avances en el campo moderno de la psicología. En su contexto empirista original, fue una reacción contra la filosofía platónica de las ideas innatas que determinaban la experiencia en lugar de derivarse de ella. En su lugar, los asociacionistas proponían que las ideas se originaban en la experiencia, entrando en la mente a través de los sentidos y experimentando ciertas operaciones asociativas.
El filósofo John Locke (1632-1704) introdujo el término “asociación de ideas” en la cuarta edición de su Ensayo sobre el entendimiento humano (1700), donde lo calificó de perjudicial para el pensamiento racional. George Berkeley (1685-1753), obispo irlandés, aplicó los principios asociacionistas a la percepción visual de la profundidad, argumentando que la capacidad de ver las cosas en tres dimensiones es el resultado del aprendizaje y no de una habilidad innata. El médico británico David Hartley (1705-1757) también se ocupó de las implicaciones biológicas del asociacionismo, formulando una teoría neurofisiológica sobre la transmisión de ideas y describiendo asimismo la actividad física en términos de asociación (un concepto que anticipó los posteriores principios del condicionamiento). Hartley también elaboró una teoría global del asociacionismo que abarcaba la memoria, la imaginación, los sueños y la moral. El filósofo escocés David Hume (1711-1776) propuso los principios de similitud y contigüidad, afirmando que las ideas similares o experimentadas simultáneamente (o en rápida sucesión) se asocian entre sí.
Teoría asociacionista del aprendizaje
Los asociacionistas británicos, entre los que destacan John Locke y David Hume, defendían que este principio de asociación se aplicaba a todos los procesos mentales y que las ideas se asociaban en la mente siguiendo ciertas leyes, entre ellas la ley de continuidad y la ley de semejanza.¿Cómo se asocia este concepto a los procesos creativos? Para ello, debemos examinar la teoría asociacionista de la creatividad.
La ley de la continuidad postula que las ideas experimentadas juntas tienden a aparecer juntas en nuestra mente (por ejemplo, cuando una situación evoca algún sentimiento o el recuerdo de una persona).La ley de la similitud sostiene que los contenidos psíquicos que tienen semejanzas tienden a manifestarse juntos en nuestro pensamiento (por ejemplo, cuando una foto de alguien evoca rasgos de su personalidad).En 1962, Sarnoff Mednick publicó su teoría asociacionista del proceso creativo. Sostenía que el pensamiento creativo era el proceso por el cual elementos dispares se unen en nuevas combinaciones para hacer una propuesta útil para el individuo o la sociedad. Combinar los elementos más alejados se considera más creativo que combinar los elementos más similares.
Aprendizaje asociativo
La asociación dominó la teorización sobre la mente en el mundo anglosajón desde principios del siglo XVIII hasta mediados del XX y siguió siendo un concepto importante hasta el siglo XXI. Esta resistencia a través de los siglos y las tradiciones intelectuales significa que se ha manifestado de muchas maneras diferentes en diferentes puntos de vista de la mente. La idea básica, sin embargo, ha sido constante: algunos estados psicológicos se unen más fácilmente que otros, y un factor que explica esta conexión es el emparejamiento previo.
Los autores a veces remontan la idea a la breve discusión de Aristóteles sobre la memoria y los recuerdos. La asociación recibió su nombre – “la asociación de ideas”- en 1700, en el Ensayo sobre el entendimiento humano de John Locke. Los empiristas británicos que siguieron a Locke retomaron el concepto y lo incorporaron a una explicación general del pensamiento. En la tradición asociacionista resultante, la asociación era una relación entre “ideas” imaginativas en los trenes del pensamiento consciente. El auge del conductismo a principios del siglo XX trajo consigo una reformulación del concepto. Los conductistas trataron la asociación como un vínculo entre estímulos físicos y respuestas motoras, omitiendo cualquier proceso “mentalista” intermedio. Sin embargo, seguían tratando la asociación de forma tan central como los asociacionistas empiristas. En los trabajos de finales del siglo XX y principios del XXI, la asociación se trata como una relación entre estados mentales representacionales definidos funcionalmente, como los conceptos, estados “subrepresentacionales” (en el conexionismo) y la actividad en partes del cerebro como las neuronas, los circuitos neuronales o las regiones cerebrales. Como relación entre estados representacionales, la asociación se considera un proceso entre muchos otros de la mente; sin embargo, como relación entre actividades neuronales o subrepresentacionales, a menudo se considera una explicación general del pensamiento.
Asociación de ideas
El asociacionismo es una teoría que se remonta a Platón y Aristóteles y que afirma que los procesos mentales pueden explicarse mediante la asociación de ideas. Según esta teoría, la mente está formada por ideas, denominadas comúnmente elementos, que se clasifican por medio de sus asociaciones mutuas.
Aristóteles derivó cuatro leyes del asociacionismo: (1) La ley de contigüidad, que sostenía que las cosas que ocurren espacial o temporalmente próximas se asocian. Por ejemplo, pensar en calcetines puede llevar a pensar en zapatos; (2) La ley de la frecuencia afirmaba que cuanto más a menudo se asocian o vinculan dos cosas, más sólida se vuelve la asociación; (3) La ley de la similitud afirmaba que cuando dos cosas son similares, pensar en una hará que el individuo piense en la otra. Mucha gente asocia el 4 de julio con los fuegos artificiales, por lo que pensar en fuegos artificiales probablemente desencadenará pensamientos sobre el 4 de julio; y (4) la ley del contraste afirma que pensar en una cosa puede desencadenar pensamientos opuestos. Por ejemplo, pensar en el frío que hace o en la nieve que cae puede hacer pensar en unas vacaciones en la playa. Estas leyes se aceptaron como un hecho durante unos 2.000 años.