Definición de ritmo circadiano
Los ritmos circadianos son los cambios regulares en los procesos biológicos que siguen patrones rítmicos durante un periodo de 24 horas. Estos ritmos implican, además de los ciclos de sueño-vigilia, cambios en otras funciones corporales, como la subida y bajada de la temperatura corporal y la tensión arterial. Aunque están relacionados con la alternancia de la noche y el día, los ritmos se mantienen (aunque en periodos de 25- en lugar de 24- horas) incluso cuando las personas se ven obligadas a adaptarse a ciclos inusuales de luz y oscuridad, como los de la Antártida. Las especies animales distintas del ser humano también mantienen ritmos circadianos, pero hay diferencias entre especies. Los caballos, el ganado y los gatos, por ejemplo, pasan mucho más tiempo durmiendo que los humanos. Pero lo que interesa especialmente a los psicólogos son los efectos de los ritmos circadianos en la respuesta humana a la estimulación ambiental (es decir, en los niveles de conciencia).
Tipos de ritmo circadiano
Cuando se pregunta a la mayoría de la gente por qué cree que duerme, la respuesta es “para poder descansar” o “porque estoy cansado de las actividades del día”. Sin embargo, los animales que más trabajan no son los que más duermen, e incluso después de trasnochar no dormimos durante todo el día siguiente para compensar la falta de sueño. Hay dos teorías del sueño que funcionan conjuntamente para explicar por qué dormimos: la recuperativa y la circadiana.
Las investigaciones indican que para que alguien pueda conciliar el sueño, dos procesos corporales deben estar correctamente sincronizados. El primero es el ritmo circadiano, que tiene un periodo de 24 horas y se rige por el reloj biológico del cuerpo. El ritmo circadiano controla la secreción cíclica de varias hormonas, entre ellas la melatonina, que intervienen en el sueño. El segundo proceso es la función recuperadora ilustrada por la acumulación de sustancias hipnógenas en el organismo durante 16 horas al día. Estas sustancias inducen un deseo de dormir que no desaparece hasta que se consigue dormir.
Prueba del ritmo circadiano
La presión para dormir (impulso homeostático del sueño) se acumula en nuestro cuerpo a medida que aumenta el tiempo que pasamos despiertos (“presión del sueño” en la figura 2.3). La presión se hace más fuerte cuanto más tiempo permanecemos despiertos y disminuye durante el sueño, alcanzando un mínimo tras una noche completa de sueño de buena calidad. El proceso homeostático vuelve a aumentar cuando nos despertamos. La línea discontinua de la figura 2.3 representa el aumento potencial de la presión para dormir, que seguirá aumentando si no dormimos.
Nuestro cuerpo produce un mayor impulso para dormir en algunas circunstancias. Cuando el sistema inmunitario lucha contra una infección, produce más mediadores inmunitarios, que provocan más somnolencia. Además, las experiencias cognitivamente estimulantes o exigentes (como hacer turismo) y las experiencias físicamente exigentes podrían aumentar aún más la presión del sueño. Como resultado, nuestro sueño puede ser más largo y profundo después de esas experiencias.
Ritmo circadiano del sueño
A veces se duerme con facilidad. Otras, das vueltas en la cama durante horas antes de caer en un sueño irregular. Después de comer puede que te sientas agotado. Más tarde, sus niveles de energía se disparan justo a tiempo para irse a la cama.
Unas sustancias químicas llamadas neurotransmisores envían mensajes a distintas células nerviosas del cerebro. Las células nerviosas del tronco encefálico liberan neurotransmisores. Entre ellos están la norepinefrina, la histamina y la serotonina. Los neurotransmisores actúan sobre partes del cerebro para mantenerlo alerta y funcionando bien mientras estás despierto.
Otras células nerviosas detienen los mensajes que le indican que se mantenga despierto. Esto provoca que se sienta somnoliento. Una sustancia química implicada en ese proceso se llama adenosina. La cafeína favorece la vigilia bloqueando los receptores de la adenosina. La adenosina parece actuar acumulándose lentamente en la sangre cuando se está despierto. Esto produce somnolencia. Mientras duerme, la sustancia química se disipa lentamente.
Con la homeostasis del sueño/vigilia, cuanto más tiempo se está despierto, más siente el cuerpo la necesidad de dormir. Si sólo este proceso controlara los ciclos de sueño y vigilia, en teoría tendríamos más energía cuando nos despertáramos por la mañana. Y al final del día estarías cansado y listo para dormir.