Microbios
El desarrollo y perfeccionamiento de la microscopía en el siglo XVII reveló a la ciencia todo un nuevo mundo de microorganismos, hasta entonces desconocidos, que parecían surgir espontáneamente, y avivó una polémica que parecía definitivamente resuelta por los experimentos de Francesco Redi, la cuestión de la generación espontánea y el origen de la vida. A mediados del siglo XVIII, un joven abad italiano, Lazzaro Spallanzani, profesor de Física y Matemáticas en la Universidad de Reggio Emilia, empezó a repetir los experimentos de John Turberville Needham. El sacerdote católico inglés afirmaba haber demostrado la validez de la teoría de la generación espontánea tras observar el crecimiento de pequeños organismos en un poco de caldo de pollo colocado en matraces herméticos y calentado durante 30 minutos. Spallanzani encontró errores significativos en los experimentos realizados por Needham y, tras probar diversas variaciones de los mismos, refutó la teoría de la generación espontánea.
Aristóteles generación espontánea
Desde hace milenios, los seres humanos se preguntan de dónde surge la vida. La religión, la filosofía y la ciencia se han enfrentado a esta pregunta. Una de las explicaciones más antiguas fue la teoría de la generación espontánea, que se remonta a los antiguos griegos y fue ampliamente aceptada durante la Edad Media.
El filósofo griego Aristóteles (384-322 a.C.) fue uno de los primeros eruditos de los que se tiene constancia que articulara la teoría de la generación espontánea, la noción de que la vida puede surgir de materia no viva. Aristóteles propuso que la vida surgía de materia inerte si ésta contenía pneuma (“calor vital”). Como prueba, señaló varios casos de aparición de animales a partir de entornos previamente desprovistos de ellos, como la aparición aparentemente repentina de peces en un nuevo charco de agua.1
Esta teoría persistió hasta el siglo XVII, cuando los científicos emprendieron experimentos adicionales para apoyarla o refutarla. Para entonces, los defensores de la teoría citaban cómo las ranas simplemente parecían aparecer a lo largo de las orillas fangosas del río Nilo en Egipto durante las inundaciones anuales. Otros observaron que los ratones simplemente aparecían entre el grano almacenado en graneros con techos de paja. Cuando el tejado goteaba y el grano se enmohecía, aparecían los ratones. Jan Baptista van Helmont, un científico flamenco del siglo XVII, propuso que los ratones podían surgir de trapos y granos de trigo dejados en un recipiente abierto durante 3 semanas. En realidad, tales hábitats proporcionaban fuentes de alimento y refugio ideales para que florecieran las poblaciones de ratones.
Teoría de la panspermia
La teoría de la generación espontánea de Aristóteles ofrece muchos enigmas a quienes desean entender su teoría tanto en el contexto de su biología como en el de su filosofía más general de la naturaleza. En este artículo, abordo los elementos difíciles e imprecisos del relato de Aristóteles sobre la generación espontánea no como puntos débiles, sino como oportunidades para echar un vistazo interesante al pensamiento de un científico primitivo que luchaba por conciliar la evidencia y la teoría. El artículo tiene dos objetivos: ofrecer una exposición lo más caritativa y completa posible de lo que fue la teoría de Aristóteles sobre la generación espontánea y examinar algunas de sus consecuencias; y reflexionar sobre Aristóteles como científico y lo que sus comentarios revelan sobre cómo abordó un problema difícil. En particular, propongo que el bien conocido problema de la incompatibilidad entre el concepto de espontaneidad de Aristóteles y su teoría de la generación espontánea presenta una oportunidad para comprender su metodología científica a la hora de abordar fenómenos mal comprendidos.
Teoría de la sopa primordial de miller urey
ResumenLa teoría de la generación espontánea de Aristóteles ofrece muchos enigmas a quienes desean entender su teoría tanto en el contexto de su biología como en el de su filosofía más general de la naturaleza. En este artículo, abordo los elementos difíciles e imprecisos del relato de Aristóteles sobre la generación espontánea no como debilidades, sino como oportunidades para echar un vistazo interesante al pensamiento de un científico primitivo que luchaba por conciliar la evidencia y la teoría. El artículo tiene dos objetivos: (1) exponer de la forma más caritativa y completa posible en qué consistía la teoría de Aristóteles sobre la generación espontánea, y examinar algunas de sus consecuencias; y (2) reflexionar sobre Aristóteles como científico, y lo que sus comentarios revelan sobre cómo abordó un problema difícil. En particular, propongo que el bien conocido problema de la incompatibilidad entre el concepto de espontaneidad de Aristóteles y su teoría de la generación espontánea presenta una oportunidad para comprender su metodología científica a la hora de abordar fenómenos mal comprendidos.