Teoría de fuera de África
ResumenLa investigación sobre la historia profunda de la especie humana es una ciencia relativamente joven que puede dividirse en dos grandes periodos. El primero abarca el siglo transcurrido entre la publicación de El origen de Darwin y el final de la Segunda Guerra Mundial. Este periodo se caracteriza por la recuperación de los primeros fósiles humanos no modernos y los posteriores intentos de reconstruir árboles genealógicos como representaciones visuales de la transición de simio a humano. El segundo periodo, de 1945 a la actualidad, se caracteriza por un espectacular aumento de la cantidad de investigaciones, con un incremento concomitante de la especialización. Durante este periodo, el énfasis pasó de la clasificación de los humanos fósiles a la paleoecología, en la que los homínidos se consideraban parte de ecosistemas complejos en evolución. Este cambio se debe en gran medida a la incorporación de la teoría sintética neodarwiniana. Por último, se considera que la innovación tecnológica y los cambios en el contexto social influyen en los estudios sobre los orígenes humanos.
Evo Edu Outreach 3, 314-321 (2010). https://doi.org/10.1007/s12052-010-0248-7Download citationShare this articleAnyone you share the following link with will be able to read this content:Get shareable linkSorry, a shareable link is not currently available for this article.Copy to clipboard
Evolución del ser humano
Empezando en África con nuestros primeros parientes homínidos (más emparentados con nosotros que con los chimpancés), los visitantes viajarán en el tiempo para conocer a nuestros antiguos parientes humanos a medida que se extendían por Europa y Asia. El viaje termina con los humanos modernos como única especie humana superviviente en el mundo actual.
La conservadora Effie Verveniotou y la Dra. Louise Humphrey, investigadora de los orígenes humanos, examinan el esqueleto humano moderno casi completo más antiguo hallado en Gran Bretaña antes de su exposición en la galería. El Hombre de Cheddar vivió hace unos 10.000 años.
La historia de la evolución humana no es una progresión lineal con un principio y un final concretos. Es más bien la historia de un árbol genealógico cuyas complejas y tupidas ramas se extienden a lo largo de muchos milenios y continentes. Presenta un elenco cambiante de antiguos parientes homínidos, callejones sin salida evolutivos y muchas incógnitas. Adaptación, supervivencia y extinción constituyen el dinámico telón de fondo de esta historia.
El linaje humano se separó del de los chimpancés hace unos siete millones de años. Las pruebas fósiles de los primeros homínidos que vivieron después de esta escisión son escasas, pero proporcionan pistas importantes sobre cómo vivían nuestros antiguos parientes.
Árbol de la evolución humana
Los paleoantropólogos deben basar sus interpretaciones en elementos poco comunes, como los fósiles humanos y los yacimientos arqueológicos que se conservan y descubren por casualidad. En el caso de los fósiles, en particular, los paleoantropólogos parten del supuesto simplificador de que los fósiles que estudian -a menudo de un solo individuo- son representativos de la población más amplia a la que pertenecieron en vida. En la práctica, esto puede dificultar la definición -y posterior reconocimiento- de las antiguas especies humanas. Por ejemplo, el espécimen tipo de Homo heidelbergensis, una especie de unos 400.000 años de antigüedad anterior a los neandertales, se basa en una sola mandíbula. Tenemos poca idea de cómo sería el cráneo correspondiente. Esta laguna dificulta que los paleoantropólogos se pongan de acuerdo sobre qué individuos fósiles pertenecen exactamente a este taxón, o sobre la relación de esta especie con los homínidos posteriores (Rightmire 2008). Esto es especialmente crítico en el debate sobre la relación entre Homo sapiens y neandertales, una población euroasiática de homininos que algunos ven como una especie distinta (Homo neanderthalensis) y otros como una población regional de humanos modernos (Homo sapiens neanderthalensis).
Cronología de la evolución humana
Cualquiera que haya visto un chimpancé en un zoo (Figura 1) se habrá preguntado alguna vez por su parecido con los humanos. Los chimpancés tienen expresiones faciales parecidas a las de los humanos, utilizan las manos de forma muy similar a la nuestra, son expertos en el uso de distintos objetos como herramientas e incluso se ríen cuando se les hacen cosquillas. No es de extrañar, pues, que cuando en el siglo XVII llegaron a Europa los primeros chimpancés capturados, la gente se sintiera confundida, tildara a los animales de “pigmeos” y especulara con que eran versiones atrofiadas de humanos “adultos”. Un médico londinense llamado Edward Tyson obtuvo un “pigmeo” que había muerto de una infección poco después de llegar a Londres, e inició un estudio sistemático del animal que catalogó las diferencias entre chimpancés y humanos, ayudando así a establecer la investigación comparativa como método científico.
Figura 2: Dibujo de Edward Tyson del aspecto externo de un “pigmeo” (izquierda) y del esqueleto del animal (derecha) de The Anatomy of a Pygmie Compared with that of a Monkey, an Ape, and a Man de la segunda edición, Londres, impreso para T. Osborne, 1751.