Maturana 1982
El diálogo con uno mismo y con el entorno forma parte de todo metabolismo consciente. De hecho, este mecanismo de autoequilibrio continuo permite adaptarnos a las diferentes causalidades de la vida y la existencia. Como afirman Humberto Maturana y Francisco Valera en biología, la autopoesis o automantenimiento automático es un concepto esencial para los organismos vivos y los entornos complejos y dinámicos. La complejidad y el dinamismo pueden lograrse mediante interacciones pequeñas y sencillas que se comunican continuamente entre sí a través de mecanismos de retroalimentación.
A un nivel más abstracto, la interacción con nosotros mismos y con el mundo se produce a través de conversaciones significativas. Las conversaciones permiten ampliar contextos, adaptar nuevos conceptos (aprender), compartir observaciones novedosas (enseñar) a partir del conocimiento existente. La teoría de la conversación se mencionó por primera vez en el campo de la cibernética. Como señaló uno de sus investigadores clave, Gordon Pask, la idea fundamental de la teoría era que el aprendizaje se produce a través de conversaciones sobre un tema que sirven para hacer explícito el conocimiento. Este marco cibernético intenta explicar el aprendizaje tanto en los organismos vivos como en las máquinas, o la comunicación dentro de un observador y entre el observador y su entorno.
La autopoiesis de Maturana
Iniciada por Humberto Maturana en 1978 con la publicación de su Biología de la cognición, sus trabajos posteriores en colaboración con Francisco Varela en Santiago de Chile acabaron denominándose teoría santiaguina de la cognición. Ellos y su trabajo, sus compañeros e intelectuales de ideas afines llegaron a ser conocidos como la escuela de Santiago[1]. La teoría puede resumirse en dos frases: Los sistemas vivos son sistemas cognitivos, y la vida como proceso es un proceso de cognición. Esta afirmación es válida para todos los organismos, con o sin sistema nervioso[2]Esta teoría aporta la perspectiva de que la cognición es un proceso presente en otros niveles orgánicos.
La teoría de la cognición de Santiago es una consecuencia teórica directa de la teoría de la autopoiesis. La cognición es considerada como la capacidad de adaptación en un entorno determinado. Esa definición no es tan extraña como parece a primera vista: por ejemplo, se considera que uno tiene un buen conocimiento de las Matemáticas si puede comprender y, posteriormente, resolver un problema matemático. Es decir, uno puede reconocer las entidades matemáticas, sus interrelaciones y los procedimientos utilizados para ver otros aspectos de los fenómenos relevantes; todo ello, es el dominio de las Matemáticas. Y alguien con conocimiento de ese dominio, es alguien adaptado a ese dominio, ya que puede ajustar los problemas, las entidades y los procedimientos dentro de ese dominio[cita requerida].
Cibernética de segundo orden
ResumenEn este capítulo se presentan los aspectos centrales de la teoría de la autopoiesis de Humberto Maturana en relación con el ámbito de la psicoterapia. Varios términos comunes que son redefinidos dentro de su teoría de una manera inusual son desempacados en cuanto a su significado idiosincrático, incluyendo las expresiones, “comportamiento lingüístico”, “languaging”, “determinismo de la estructura”, “organización”, “estructura” y otros. Las fuentes utilizadas para esta exposición incluyen no sólo los textos citados, sino también varios talleres de los que a menudo se utilizan transcripciones literales en forma de breves citas. He intentado mantenerme lo más cerca posible del material original para transmitir tanto el significado como la textura de la obra de Maturana. No se trata de una teoría fácil de comprender, ya que abarca varios campos especializados, desde la neurofisiología de la percepción hasta la epistemología, pasando por la comunicación social. Tampoco las transiciones implícitas de una teoría de la biología a la praxis de la psicoterapia están exentas de complejidad y controversia. No obstante, Maturana ofrece una novedosa teoría de las conversaciones que podría constituir la base de un nuevo paradigma muy necesario para el cambio personal.Palabras claveEstas palabras clave han sido añadidas por máquina y no por los autores. Este proceso es experimental y las palabras clave pueden actualizarse a medida que mejore el algoritmo de aprendizaje.
Constructivismo
Maturana y Sartre – la mayoría de los lectores pueden sorprenderse o quedar perplejos ante esta yuxtaposición. A primera vista, no parecen tener nada en común. Sin embargo, en realidad tienen muchos puntos en común: religiosamente ambos son ateos, y políticamente ambos son anarquistas que buscan el amor o la solidaridad entre las personas. Además, en su trabajo los dos son fundamentalmente ontólogos fenomenológicos, y comparten muchas problemáticas comunes: la naturaleza de la percepción, la ilusión, la imaginación y la emoción; la ontología fenomenológica de la conciencia, el yo (el ego) y la autoconciencia, etcétera.
Llevo años estudiando la obra de Maturana (cf. “La lógica de la biología de Maturana”, 2011; “¿Qué es el ‘Languaging’ de H. Maturana?”, 2013, entre otros). Fue cuando empecé a examinar las nociones de ’emoción’ y ’emocionar’ de Maturana cuando me encontré con la obra de Sartre y, en consecuencia, encontré muchos puntos en común entre ellas, como se ha señalado anteriormente.
La “biología” de Maturana no es una biología ordinaria como ciencia natural. Debería llamarse meta-biología o biología de segundo orden. Normalmente su descripción es abstracta, formal y carece de ejemplos concretos. Mientras tanto, encontré que la descripción de Sartre podría darnos ejemplos vívidos y concretos para dar cuerpo a algunas de las nociones de Maturana. Por ejemplo, la noción de “acoplamiento estructural”: la dinámica de cambios estructurales congruentes que tienen lugar espontáneamente entre sistemas en interacciones recurrentes (de hecho, recursivas) (Maturana, 2002, p. 17). Podemos tener una vívida experiencia del acoplamiento estructural leyendo las siguientes frases de Sartre en su Ser y Nada (Sartre, 2003, pp. 605-606).